El cambio climático y la comunidad LGTBI
Estamos en un momento decisivo en lo que respecta al cambio climático. Sus impactos son de alcance mundial e incomparables, y van desde los patrones climáticos cambiantes que amenazan la producción de alimentos hasta el aumento del nivel del mar que aumenta los riesgos de inundaciones graves.
El cambio climático nos va a afectar a todos en el planeta, pero su efecto no será el mismo para todos. Afecta a diferentes personas de manera diferente sobre la base de varios factores que se basan principalmente en las responsabilidades sociales, especialmente las normas culturales y sociales. La mayoría de estas normas sociales se definen por género.
Con base en los hallazgos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), es evidente que las personas que ya son más vulnerables y marginadas experimentarán los mayores impactos del cambio climático.
La comunidad lesbiana, gay, bisexual, transgénero, queer, intersexual, asexual y aliada (LGBTQIA +) es uno de esos grupos que, debido a su vulnerabilidad social, es una víctima oculta del cambio climático en gran medida. Estas personas son especialmente vulnerables a la exclusión, la violencia y la explotación debido a los impactos acumulativos del estigma social, la discriminación y el odio. El estigma social en torno a la comunidad LGBTQIA + también hace que varias oportunidades sociales e infraestructura no estén disponibles para ellos.
Las personas LGBTQ son vulnerables a la falta de vivienda, ya que a menudo se ven obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos con la familia, violencia o amenazas de violencia o abuso.
Las precarias condiciones económicas y físicas que a menudo afectan a las personas sin hogar también pueden llevar a las personas LGBTQ a elegir el trabajo sexual y la mendicidad, a pesar del riesgo de persecución penal, como un medio para satisfacer sus necesidades básicas. Esto los expone aún más a la hostilidad y el abuso por parte de la policía y las autoridades municipales y dificulta el acceso a los servicios gubernamentales.
Todas estas condiciones se suman a que están mucho menos equipados para enfrentar las crecientes catástrofes ambientales provocadas por el cambio climático. Además, antes de un desastre, los miembros de la comunidad LGBTQ pueden no tener acceso a los mismos activos, recursos e información que la población en general debido a la posible exclusión, aislamiento y redes sociales restringidas. Esto puede afectar la resiliencia y cómo una persona podría experimentar un impacto climático.
Disfrutar del verano respetando el medio ambiente
A propósito de nuestro anterior post, hoy me ha dado la punzada y me he puesto a ver porno gay. Vaya por delante que no soy homosexual, aunque tampoco pasaría nada si lo fuera; pero es que quiero dejar claro que no son esas la clase de webs de videos porno que suelo ver. Sólo quería comprobar si realmente se podía deducir de estos maricas si realmente eran un colectivo tan vulnerable en referencia al medio ambiente como se injería de nuestro artículo. ¿Y qué he descubierto? Que aunque socialmente sí que puedan recibir ciertas discriminaciones y ser víctima de abusos y ciertas malas aptitudes, estos hombres, cuando follan, solo piensan en follar y ser felices.
Bueno, tampoco había que esperar demasiado, al fin y al cabo, se trataba de porno gratis, por mucho que fuera de corte gay. Pero lo que está claro, en referencia al medio ambiente, es que los tiempos han cambiado lo suficiente como para que una pareja de hombres homosexuales pueda salir con tranquilidad del armario, y puedan mostrar su relación con normalidad ante todo el mundo. Si eso es una de las razones por las que son más conscientes de los problemas medioambientales como el calentamiento global y la superpoblación mundial, está claro que todos los movimientos del colectivo LGTBI para la normalización de su condición sexual han dado sus frutos.
Por ejemplo, no hace mucho, hablar sobre playas de ambiente gay era un imposible; ni siquiera se podía pensar en un par de maricones paseando de la mano junto al mar sin el escándalo consecuente. Sin embargo, ahora muchas localidades de costa han acondicionado sus playas para el uso y disfrute de hombres gay, e incluso lo publicitan así. De tal forma, ahora incluso pueden accederse a directorios de playas gay, cada uno con sus características y sus comentarios, al más puro estilo web de turismo. Y es que el colectivo gay se ha apuntado a las vacaciones temáticas y exclusivas, lo que hace que puedan disfrutar de sus días libres en total confianza y comodidad.
Por supuesto, esta liberalidad (o libertinaje) a la hora de visitar las playas tiene mucha gente en contra; son muchas las voces que dicen haber predicho que esto pasaría gracias a eso de las playas naturistas. Sin embargo, nada tiene que ver una cosa con la otra: es muy diferente un lugar donde se permite a la gente estar desnuda, a que puedan incurrir en alguna conducta homosexual y sean libres de hacerlo. Pero puestos a criticar, desde luego, esta gente lo mezcla todo, aunque lo único bueno que hay es que con sus opiniones caducas y distorsionadas, no se les ocurre aparecer por estas playas, cosa que todos se ahorran, sean nudistas, homosexuales o las dos cosas.
Por cierto, ¿os habéis dado cuenta que las playas gay son realmente las que siempre lideran el ranking de las cosas más limpias? Aquí hay otra razón para considerar a los maricones gente muy comprometida con el medio ambiente, pese a quién pese. No hay duda de que esa vida de desenfreno y libertinaje que se les endosa no es generalizada ni, en muchas ocasiones, ni siquiera cierta. Y bueno, si ser un poco homosexuales nos hace cuidar de nuestro planeta y tener conciencia ecologista, pues bienvenido sea, quizá todos deberíamos probarlo: más allá de que nos guste o no practicar sexo con otra persona de nuestro género, al menos no nos estaríamos cargando toda la naturaleza que nos rodea. Y seguro que algo muy bueno sale a partir de todo esto, no me cabe ni la menor duda.
¿Por qué los gays son más eco-friendly?
Una encuesta reciente dice que es más probable que los gays y las lesbianas apoyen el medio ambiente, especialmente cuando votan o compran, y un porcentaje mayor dice que se preocupan por la sostenibilidad.
Más o menos podría quedar así desglosado:
- El 55 por ciento de los adultos LGBT frente al 33 por ciento de los adultos heterosexuales dicen que se preocupan mucho por las cuestiones ecológicas
- El 48 frente al 25 por ciento considera el medio ambiente al comprar
- El 45 frente al 27 por ciento valora mucho la postura de un candidato político sobre cuestiones ecológicas
- El 25 frente al 17 por ciento usa el medio ambiente como factor al considerar un empleador potencial
La revista Echelon Magazine informó hallazgos similares en 2009: el 33 por ciento de los adultos LGBT habían visto o leído Una verdad incómoda , en comparación con el 20 por ciento de los heterosexuales, y el 75 por ciento de los homosexuales cree que el calentamiento global está sucediendo en este momento (frente al 53 por ciento de los adultos heterosexuales).
Entonces, ¿por qué los gays son más ecológicos? Para empezar, los derechos de los homosexuales y el cambio climático son cuestiones de derechos humanos. Al preguntar a los administradores de varias webs LGTB qué podía estar sucediendo, respondieron así:
- Son votantes progresistas en las ciudades. Las personas homosexuales y lesbianas votan progresivamente, por lo que parece natural que vivan progresivamente, como ser ‘verdes’, por ejemplo. Además, muchas personas LGBT viven en áreas urbanas, que son semilleros de ideas y estilos de vida conscientes del medio ambiente.
- Ya son defensores del cambio social. A pesar de que ‘volverse verde’ puede no estar directamente relacionado con cuestiones de sexualidad, defender el cambio es algo con lo que muchos miembros de la comunidad LGBTQ tienen experiencia.
- Son de mente abierta. Este planeta es nuestro hogar y preocuparnos por él ya no es una cosa puramente hippie… Una vez que te despiertas a tu propia sexualidad, no hay vuelta atrás. Lo mismo ocurre con la comprensión de que se puede lograr un progreso real en los desafíos ambientales de nuestro tiempo. Puede ser difícil, pero juntos podemos ver a las próximas generaciones de jóvenes, ya sean queer o heterosexuales, hacer más que sobrevivir.
El virus del sarampión existe y Lanka aún no ha pagado
Si les digo que esta entrada va sobre David Bardens y Stefan Lanka puede que a algunos les suene y otros no tengan ni idea pero una rápida búsqueda en Google acabe con un “Aaaah, esos tipos” al leer los primeros titulares. Repasemos la historia.
Stefan Lanka es un biólogo antivacunas, negacionista del VIH y practicante de la Nueva Medicina Germánica (una joyita) que en 2011 prometió 100.000 € a quien pudiera demostrarle la existencia del virus del sarampión con una publicación donde no solo se demostrara su existencia con una fotografía sino que también se determinara su diámetro. El, por aquel entonces, estudiante de medicina David Bardens le remitió seis publicaciones científicas que demostraban la existencia del virus pero Lanka se negó a aceptarlas como prueba.
Carta abierta a Greenpeace, sí, otra
A Greenpeace y demás organizaciones ecologistas afines:
Hartito me tenéis. Ya está bien de soltar mentiras a diestro y siniestro sobre los transgénicos. Hace años que estáis derrotados. La ciencia no os da la razón en el tema de los transgénicos. Sé que es duro admitirlo pero así funciona la ciencia: con pruebas. Y vosotros no tenéis ni una que supere una mínima evaluación crítica.
Los Nobel os acusaban de ser un obstáculo, vosotros decís que no sois tan influyentes. Y es verdad, no podéis parar investigaciones pero sois muy, muy influyentes en la opinión pública. Que la mayoría de los europeos estén en contra de los transgénicos es, fundamentalmente, por dos causas: vuestra propaganda y la incultura científica de la población. Y os aprovecháis de la segunda para que la primera sea más efectiva.
No es una opinión, es una bronca
Si me siguen ya se habrán enterado de la famosa carta que algo más de un centenar de Nobel y miles de científicos de todo el mundo han dirigido a Greenpeace, a los gobiernos y a la ONU.
Una de las reacciones que se ha suscitado desde el lado de la ciencia ha sido un poco el de la cautela: cuidado con no caer en la falacia de autoridad. Los transgénicos no son seguros porque lo digan 100 o 1000 premios Nobel. Los transgénicos son seguros porque lo dicen las pruebas, los análisis. Y llevan razón, salvo que la carta no dice eso ni su objetivo es sustituir a los estudios científicos.
La carta es una bronca a los tres destinatarios. Una reprimenda muy educada pero reprimenda al fin y al cabo. La carta deja claro que no son ellos los que dicen que los transgénicos son seguros:
Las agencias científicas y reguladoras por todo el mundo han hallado, de forma repetida y consistente, que los cultivos y alimentos mejorados mediante la biotecnología son tan seguros como, si no más seguros que, los que se derivan de otros métodos de producción.
Los Nobel simplemente tienen más fuerza que yo. No están diciendo nada diferente a lo que muchos blogs como este llevamos diciendo desde hace años. La diferencia es que ellos han salido en «The Washington Post».
Es una carta que señala a las pruebas científicas y le pide a los gobernantes y a Greenpeace que no les den la espalda. Y para rematar deja una frase bastante dura:
¿Cuántas personas pobres del mundo deben morir antes de que consideremos esto un “crimen contra la humanidad”?
Cuando Luc Motagnier o Kary Mullis (que paradójicamente firma la carta) hacen sus alegatos contra la existencia del VIH no hacen referencias a las pruebas científicas, lo hacen a sus propias experiencias. Las pruebas no les dan la razón.
Sí, hay que guardarse de los argumentos de autoridad pero también hay que diferenciar dos situaciones: cuando te intentan oponer una opinión usando solo eso (lo que hacen los pseudocientíficos) y cuando te están dando un buen rapapolvo señalando las pruebas existentes.
Que un periodista o tertuliano no sepa diferenciar ambas cosas no es culpa de los científicos.
La movilidad contraintuitiva
El 30 de marzo del pasado año un incendio presuntamente provocado colapsó un viaducto en la Interestatal 85 a su paso por Atlanta. Cuatro kilómetros de uno de los sentidos permanecieron cortados al tráfico hasta el verano mientras se reparaba. La I-85 es la vía que más tráfico desplaza en la ciudad de la Coca-Cola y se preveía un auténtico caos circulatorio y de atascos. La realidad es que no pasó nada incluso el tráfico se redujo en las vías alternativas. ¿Qué estaba pasando?
Puedes seguir leyendo esta entrada en el Cuaderno de Cultura Científica.